comunalidad

Nuestra propuesta de pensar la comunalidad tiene como base de reflexión la experiencia de las prácticas emancipadoras de los pueblos indígenas de México y Abya Yala. Nos interesa considerar la comunalidad como una categoría de análisis antropológico, práctica social y corriente de pensamiento dentro del movimiento indígena tanto nacional como transnacional.

La comunalidad es una mirada india, es una visión que tiene como trasfondo una lógica propia con base en la cultura indígena y una larga historia de resistencia que para nosotros es necesario evaluar y revalorar. La cultura del maíz, desde la perspectiva de análisis de la comunalidad, es un elemento compartido por los pueblos indios, de tal manera que decir pueblos de maíz no es una mera construcción poética, sino resultado de la cotidianidad y la espiritualidad milenaria de los pueblos y comunidades.

A esa riqueza que podemos enmarcar dentro del patrimonio biocultural de los pueblos indios de México, debemos ponerla de relieve por la importancia ambiental que representa para la humanidad entera, sobre todo, porque este país es centro de origen y diversidad en la domesticación de plantas y semillas, dentro de las que podemos resaltar la importancia del maíz como base de la alimentación y de la cultura de México.

Debemos sumarnos al llamado de proteger el patrimonio biocultural de los pueblos indígenas, además de rechazar abiertamente la autorización de cultivos experimentales de maíz transgénico en México, principalmente por las graves consecuencias que puede tener en la salud ambiental y humana.

La comunalidad, tiene entre sus antecedentes un conjunto de expresiones en el contexto de la realidad de los pueblos indígenas de Oaxaca de los últimos 20 años.  Esta experiencia ha tenido como uno de sus principales promotores al antropológo lingüísta Juan José Rendón Monzón, acompañante de las luchas por el territorio, la cultura y los derechos de los pueblos indios.

Uno de los núcleos de la resistencia a los procesos de dominación instalados desde hace más de quinientos años, mediante la matriz colonial de poder, podemos encontrarlo en la dimensión histórica de la comunalidad indígena. Así mismo, es actualmente un instrumento de reflexión desde el cual podemos empujar los procesos de descolonización de esas formas de control material, económico e intersubjetivo que componen la colonialidad del poder, del saber y del ser.

Como lo ha considerado Maldonado: “Los efectos de la cultura dominante tenían que ser ubicados para poder ser revertidos, y en la búsqueda de la columna vertebral de lo propio, de la lógica subyacente al aparente sincretismo, encontraron a la comunalidad, tan visible y cotidiana que resultaba difícil de ver.” (Maldonado, 2003:19).

Reconocemos a los pueblos indios, indígenas u originarios como una sociedad construida sobre una ética de las relaciones entre sus miembros; revaloramos los principios de relacionalidad, reciprocidad y complementariedad de las formas de convivencia derivadas de la comunalidad y elevamos al plano epistemológico la reflexión sobre el conocimiento de los grupos subalternos para cambiar las lógicas desde la que se construye el conocimiento como principio de órden y, de esta manera, dar forma a un tipo de conocimiento que funcione como principio de solidaridad, porque “en esta forma de conocimiento conocer es reconocer, es avanzar en el sentido de elevar al otro de la condición de objeto a la condición de sujeto” (Santos, 2001:30).

En el momento actual, como resultado de un proceso histórico de larga duración, los pueblos indios han venido planteando como una de sus demandas centrales el respeto y reconocimiento de sus derechos en tanto pueblos, destacando su derecho a la  autonomía y a la libre determinación, no en el sentido de buscar formas socialmente segregativas del resto de la sociedad nacional, sino como la reivindicación de su necesaria existencia diferenciada compuesta de un conjunto de elementos materiales e inmateriales como sus territorios y su cosmovisión.
Carlos Manzo

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